En tus obras, la pintura parece comportarse como un organismo vivo. ¿Qué te interesa más: el control o el accidente?

Precisamente me interesa potenciar esa dualidad. En mis pinturas trabajo por capas, en la primera busco trabajar la pintura de forma más intuitiva y expresiva para después abordar la obra con una mirada más lógica y precisa pero siempre tratando de preservar esa parte más fresca, más espontánea

Pintar el territorio líquido

Desde el muro hasta la galería, César Goce (Valencia, 1994) transforma la pintura en una superficie en movimiento. Su obra, entre el gesto y el píxel, habla de cómo el paisaje —urbano, digital o emocional— se derrite y se recompone.

Tras exponer en Suiza, Francia, Reino Unido o Estados Unidos, llega a La Panartería (Madrid) con Topografías Mutables, una muestra donde el color se comporta como materia viva y la forma se convierte en un flujo constante.

Goce pertenece a una generación que entiende la pintura como código, error y huella. Un arte que no se posa: se actualiza.

¿Qué buscabas que el espectador experimentara al recorrer la exposición: una lectura cronológica, una sensación inmersiva o una deriva más intuitiva entre las piezas?

por Óscar García García

Los paisajes urbanos de César Goce difuminan las fronteras entre fotografía y pintura creando un estado de ensoñación que se presenta ante nosotros a la vez familiar y perturbador. Pinturas que se vuelven inquietantes utilizando la distorsión de perspectivas y la fractura de líneas.

César Goce apuesta por la desvirtuación de la imagen como nexo de unión para todo su trabajo. Una alteración de la naturaleza de la imagen fruto del cambio de modo de vida contemporánea, guiado por las nuevas tecnologías y la velocidad de consumo. Bajo este concepto unificador subyace una narrativa abierta que busca una interpretación libre de su obra. Piezas con múltiples matices que pretenden dialogar y conectar con el receptor a través de sus propias vivencias.

La manipulación de la imagen en la obra de Goce es un reflejo de la percepción del mundo actual por parte del artista. El presente está en constante cambio y en la era digital en la que vivimos reina el caos visual. Al igual que los espejos del Callejón del Gato en Luces de Bohemia de Valle-Inclán reflejaban la distorsión de su época; las imágenes cóncavas y convexas de César Goce son reflejo de una sociedad en constante transformación, distorsión e inestabilidad. Paisajes rodeados de una atmósfera en mutación constante, que diluye los contornos del espacio y el tiempo. Pinturas líquidas que muestran atmósferas cambiantes que oscilan entre la realidad y el sueño.

Para el proceso creativo, el punto de partida son siempre imágenes reales: desde fotografías propias o capturas encontradas, hasta imágenes generadas por Inteligencia Artificial (IA). Estas imágenes son transformadas, distorsionadas y descompuestas para dar lugar a algo nuevo y diferente a través de la pintura. Donde siempre destaca un enfoque meticuloso de la luz, trascendiendo los límites de la estética convencional con un mayor peso atmosférico y emocional. Su estilo fotográfico marcado por una pincelada expresiva y académica contrasta con el contenido callejero y nocturno, muy ligado a su procedencia del graffiti.

El trabajo pictórico de César Goce se fundamenta en la fusión de las técnicas tradicionales con herramientas contemporáneas. Lo artesanal representado por el gesto de la pincela al óleo se combina con la utilización de un lenguaje más mecánico, con la utilización de tecnología de corte CNC aplicada a la madera o el uso de stencil. El carácter objetual que cobra su pintura, realizada casi exclusivamente sobre madera que él mismo mecaniza, ensambla y modela, da un paso más en esta exposición con sus esculturas en madera pintadas. Una suma de creaciones en las que se producen una serie de asociaciones entre lo orgánico y lo artificial, lo artesanal y lo mecánico, lo emocional y lo racional. Consiguiendo con ello un sello artístico personal y reconocible.