fbpx Skip to main content

#Literatura #Teatro #Cine #Arte #Música

Los 3 de Formas de disparar un arma

LOS TRES DE

«En esta novela hay un arma junto a la niña que tiene miedo, junto a una adolescente acomplejada, una joven que se equivoca, una mujer que se pierde y una madre infeliz. Siguiendo un viejo consejo para detonar la acción, dejo a la vista de todas ellas una pistola cargada». María Morales Mora.

Hay una frase de Clarice Lispector que no podía apartar de mi cabeza cuando escribía esta novela. Una frase que dictó a su secretaria en los últimos meses de vida, cuando la ceguera le impedía escribir por ella misma y, sin embargo, lo hacía, continuaba. «Escribo como si fuera a salvar la vida de alguien. Probablemente mi propia vida».

 A lo mejor por eso en esta novela hay un arma junto a la niña que tiene miedo, junto a una adolescente acomplejada, una joven que se equivoca, una mujer que se pierde y una madre infeliz. Siguiendo un viejo consejo para detonar la acción, dejo a la vista de todas ellas una pistola cargada. Y mientras unas la apartan a un lado, otras la guardan bajo la almohada o deciden hacer prácticas de tiro. Ha sido un experimento, de ahí su hibridación, con el que he disfrutado y aprendido mucho. Porque escribí desde el borde. En equilibrio. Desde el instante previo en el que se decide apretar el gatillo. Como si fuera a salvar la vida de alguien.

INSPIRACIONES

1. El club de los mentirosos.

Leí El club de los mentirosos de Mary Karr cuando «Formas de disparar un arma» ya estaba casi terminada y, lo sé, comienzo la lista de mis tres por el tejado. Pero es que esta historia calmó gran parte de las inseguridades que por entonces tenía sobre el resultado. Quizá porque una es una obra sólida sobre ese lugar lejano y resbaladizo de la infancia o, quizá, porque comienza con un tiro y una respuesta llena de sentido del humor que trata de restar importancia al agujero provocado. Dos cosas (un disparo y una sonrisa) que necesito y me gustan cuando leo y, al parecer, también cuando escribo.

2. Un cuarto propio.

Un cuarto propio de Virginia Woolf. Me entregó el testigo, con un siglo de diferencia, validando mis ganas y mis motivos para escribir. Para intentarlo. Hay poca vida registrada fuera de las grandes vidas. Muchas heroínas enterradas en un cruce de caminos. El objetivo es reconquistar mi espacio y narrar las cosas que se encuentra bajo tierra. Un ejercicio de rebeldía y libertad.

3. Pequeños cambios en el último minuto.

Pequeños cambios en el último minuto, de Grace Paley. En concreto uno de sus relatos «Deseos», piedra angular de mi biblioteca sentimental. A lo mejor porque lo leí el día y a la hora exacta o porque la propia Paley empezó a escribir tarde y en la mesa de su cocina cuando acostaba a los niños. A lo mejor porque prometía cosas que luego descubría que no podría cumplir o porque era capaz de tardar una eternidad para devolver un libro a la biblioteca. A lo mejor, quién sabe, por esa realidad tan surrealista. Vuelvo a este cuento de vez en cuando para sentir que, aunque no se tengan grandes certezas y anhelos, siempre hay algo que deseamos. Algo que nos define. Cosas pequeñas y cotidianas que se vuelven imposibles y con esa frustración escribo. Sobre todo, por esa frustración.

CONTACTO

Hola, si tienes alguna idea, proyecto, propuesta o simplemente quieres preguntar, dale: hola@chichaproyectos.org