“Este trabajo fue para mí un reto bastante importante tanto física como mentalmente, un punto de inflexión”. Ana Langeheldt

En ese momento estaba pasando por un momento de crisis creativa y de replanteamiento de muchas cosas, una de ellas era si seguía perteneciendo a «el grupo» de artistas urbanos,  ya estaba obsoleta. Llevo pintando murales desde 2001, algunos me llaman mujer pionera ( no creo que lo sea, hay muchas antes que yo) y referente (cosa que agradezco, pero siento que aún tengo mucho que aprender como para que me llamen así) en este movimiento; y este parón por diferentes circunstancias ( haciendo algunos murales puntuales) me hacía replantearme muchas cosas. Me enfrentaba a esto, a salir fuera y volver a la vida de festival, cosa que prácticamente tenía olvidada y he de decir que la pandemia me había creado un poco de paranoia social, soy de ese grupo. Me enfrentaba a un formato vertical grande y a una serie de cosas que aún no me había enfrentado.

“Me propuse hacer un dibujo en la pared, que pareciese un dibujo hecho a lápiz, siguiendo una serie de obras que ya tenía que tratan sobre  la figura de la mujer en la historia del arte”. Ana Langeheldt

Me propuse hacer un dibujo en la pared, que pareciese un dibujo hecho a lápiz, siguiendo una serie de obras que ya tenía que tratan sobre  la figura de la mujer en la historia del arte, el agobio, los ciclos y demás. Un dibujo a gran formato. La técnica que utilicé fue igual que si dibujara a lápiz pero con una brocha no muy gruesa para imitar los trazos. Por algunos sitios parecía cera, en otros tinta…

Al final de aquellos días ,conviviendo con grandes artistas que hasta entonces no conocía en persona, dejando fluir , disfrutando el proceso, el cansancio, el clima, me sentí pletórica. Fueron unos días intensisimos, por eso lo del punto de inflexión. Este trabajo es un reflejo de toda la carga que tenía encima, o dentro. Se titula » Mi escudo protector» y habla sobre ese sitio donde me escapo cuando me agobio y donde me gustaría quedarme. Intento volver a ese momento de la infancia, recordando lo mucho que disfrutaba dibujando por dibujar, sin preocupaciones. Donde ese «relío» desaparece y se convierte en un tachón hecho con ceras. Crecemos demasiado rápido y algunos adultos se obsesionan por que los niños crezcan demasiado rápido también…triste cosa. Al final de aquellos días, sí, me sentí pletórica, por haberlo logrado, por haber ganado nuevos amigos y haber soltado todo lo que tenía dentro a brochazos.