Caótica es una librería muy cerquita de las Setas, en Sevilla. Vendemos libros, como es natural, pero tenemos vocación de espacio cultural y de encuentro, por lo que además de actividades culturales tenemos cafetería (teníamos, mejor dicho, hasta que llegó el COVID. Nuestra intención es que vuelva).

Nuestro propósito es ser una buena librería, con todo lo que ello supone: buenos libros, buena atención, buenos rincones. Ofrecer al lector de papel lo que sólo da el papel: huida de la velocidad, descubrimientos, tiempo de calidad.

Ambas. Nuestra forma legal es la de cooperativa. Somos seis socios trabajadores y unos 200 socios consumidores, que son clientes que pagan todos los meses una cantidad y van sacando de esa hucha para comprar sus libros. Como toda librería que se precie, tratamos de ser un espacio cultural, aun con las limitaciones impuestas por el COVID.

El sillón del fondo de la primera planta. De los mejores lugares que conozco para leer.

Tal vez la biblioteca de socios consumidores. Los socios, entre otras ventajas (descuentos, cheques regalo…) pueden sacar de préstamo los libros de una sección seleccionada por los libreros y por los propios socios consumidores. Hay de todo, y todo bueno.

Caótica nació como La Extravagante, una librería pequeñita en la Alameda, en el local que hoy ocupa el café literario El viajero sedentario. Maite Aragón es la única socia de Caótica que se conserva de aquella etapa. Por el camino nos hemos ido sumando el resto, y somos cada uno, como se suele decir, de su padre y de su madre: algunos con experiencia como libreros, otros con experiencia en otros ámbitos (hay perfiles dedicados a la contabilidad o a la logística). Todos compartimos la pasión por los libros, sin duda.

Casa un poco con nuestra forma de ser. En cultura, afortunada y desafortunadamente, hay que estar siempre en movimiento. Caótica siempre cambia, siempre se adapta, siempre busca nuevos caminos, se equivoca, encuentra oportunidades, pierde tiempo, gana tiempo.

Trabajar con libros, descubrir nuevos títulos, nuevas propuestas, grandes lectores, gente muy interesante con la que conversar y de la que aprender.

Los Diarios de Iñaki Uriarte. No somos un país que suele leer diarios, pero estos son un tesoro. Su lectura es similar a la conversación que podríamos mantener con alguien culto y sencillo, ingenioso y nada pedante. Son maravillosos, y no me canso de releerlos.

Candaya tiene en su catálogo obras de un altísimo nivel, casi todas escritas por autores hispanoamericanos. La Caja Negra está publicando textos muy interesantes sobre la contemporaneidad. Y Barrett, que son de aquí, y que además de Panza de burro, que se ha vendido a miles, cuidan mucho sus libros y a los que los escriben, traducen o ilustran.

Algo escribo, pero tarde y mal. Leo también para aprender.

No sabría deciros. En general siempre me sorprende (ya menos, porque uno se acostumbra y lo espera) la diferencia que hay entre el escritor y su voz en los libros. Los escritores, salvo los malditos y los excéntricos, son personas normales, tienen sus pasiones y sus sueños, pero también sus tonterías y sus debilidades, su humanidad.

Sevilla cuenta con muchas y muy buenas librerías. La gran asignatura pendiente es la unión de todo el gremio, a nivel local. Es algo que parece que han conseguido las librerías de viejo. Afortunadamente, contamos con plataformas como Todostuslibros.com, que permiten acceder al stock de casi todas las librerías independientes de España, y que nos hacen más competitivos ante las multinacionales predadoras.

Porque quiero vender libros. Un cliente que se va contento, vuelve. Un cliente sin respuesta, no vuelve.

Hemos crecido mucho, y ahora estamos viviendo una situación paradójica, en la que las ventas son muchas pero también lo son las cargas y las deudas. Seguimos buscando el equilibrio entre ambos extremos.

Me encantaría tener un proyecto que sea por fin sostenible. Y para ello hay que seguir vendiendo, seguir aguantando. La gente está comprando más libros que nunca; ojalá siga así.